Todo comienza con la visita de este magnífico escultor a mi exposición de INTRUSØS en el IFC de Yaundé. Este punto de encuentro desencadenará una serie de acontecimientos o sucesos frutos de la causalidad que en palabras del escultor tienen una nota profética.
Ese libro de la vida al que hace referencia es con el que cada uno nacemos.
Mi gran empatía por este Señor, con el que he sentido un feeling especial, desde el primer encuentro (gustos, preferencias y un gran admiración por aportar a los objetos rescatados una segunda oportunidad) hacen que nuestros encuentros rebosen un ambiente de júbilo y conversación que es difícil de transcribir y que continuará con la visita improvisada a su taller.
El segundo encuentro, esta vez fortuito, sucede con la visita a la ciudad de Douala en el espacio del Centro de Arte Contemporáneo de Doual´art. Una vez allí y gracias a mi curiosidad gatuna, descubro un par de esculturas en el espacio de Wikiafrica (dentro de la galería) que reconozco de inmediato. Le pregunto a la chica de la cafetería afirmando
Como no voy a querer verle, la sigo a la trastienda y allí estaba sentado, en un par de ladrillos apilados, restaurando el rostro de esa hermosa obra fruto de la recuperación.
Desde que Fabiola Ecot me habla de él por primera vez, allá por el 2011, he querido ver esta escultura en vivo y allí estaba su rostro. La máscara de ese gigante ciclope de naturaleza tribal, ese esqueleto de piel negra y alma de guerrero Bamilike con rostro amable producto de desechos recuperados y transformado en belleza. Se había quitado esa mascara de naturaleza edulcorada y allí estaba mirándome directamente a los ojos mientras él nos contaba y hablaba de su obra mientras trenzaba el hilo de cobre, ese material que con el tiempo cobra otro color y enriquece sus creaciones.
Nos comenta que nos acerquemos a verla, que ha encargado a un fotógrafo fotos de su obra sin rostro, no sabía cuánto impacto produciría en mí ese momento de (re)encuentro…
Antes de ir a conocer como mi mar baña este continente pasamos por la rotonda donde se encuentra esta colosal escultura monumento bautizada como “La Nuevelle Liberted»”.
Eufórica no doy crédito, cruzo el tráfico de Camerún, le saludo y me subo como un gato a la grúa y de un salto a la base y voila, Sumegne con sus ojos llenos de vida me dice: “Eres una romántica” a lo que le respondo “Soy una Romeo”.