El día que se hizo la presentación de esta casa organizamos una fiesta. Ese día, o mejor dicho, aquella tarde-noche pasaron cosas muy buenas y muy bonitas como os podréis imaginar. Una de esas cosas fue conocer a Esperanza Bernal, aunque ella firma como Gallera Bernal. Me la presentaron aquella noche y como buena seductora que es, me sedujo. Dicharachera como pocas, con ese melenón de pelo negro y rizado, la sonrisa siempre en la cara, hablar con Esperanza es un chute de energía, de pasión. Me empezó a contar sobre un proyecto de fotografía en Camerún, me habló de Rota, del mar, me hizo un lío la cabeza y cuando me quise dar cuenta ya se había ofrecido a colaborar con Maasåi. Y yo, encantado. Esperanza es un torbellino, no te deja indiferente. Lo mejor con ella es dejarse llevar, seguro que te lleva a buen puerto.
¿Cuándo empezaste a jugar al futbolín? Cuando tenía 12 años. En un bar de Rota, justo lo que ahora es el Cien Montaditos. Íbamos a la placita con las amigas a comer pipas y luego a jugar al futbolín con los niños que nos gustaban. Esa era la manera de ligar, si jugabas bien te los ganabas. También fui portera de futbito (risas)
¿Cuál es tu relación con las Bellas Artes? Todo surge desde pequeña. Todos los profesores de primaria me inculcan que coja ese camino, de que acceda a los estudios superiores artísticos. Le pasan a mis padres los datos de la escuela de arte (que no teníamos ni idea) y paso a la Escuela de Artes Aplicadas. Continúo con los estudios superiores, hago pintura y luego grabado y diseño…después los complemento con cursos, creo en la continua actualización, en no quedarse obsoleto, es muy importante para mi. Estudié en la Escuela de arte de Jerez, estuve un año en Jaén y otro en Cádiz y luego fui a Sevilla a la universidad. A mi me tocó todo este proceso complicado de que cuando hacías 5 años de artes aplicadas tenías que hacer la reválida para tener el título, no podías acceder a las carreras de 5 años, solo a las de tres después tuve que hacer un bachillerato de arte con su respectiva Selectividad además de la prueba de acceso a Bellas Artes. Yo lo hice todo (risas).
¿En qué momento de tu vida decides dar el paso de estudiar Bellas Artes? Yo nunca quise hacer Bellas Artes. Quería hacer Publicidad, entonces Doña Marisa, mi madre, me propuso hacer la prueba de acceso. La hice a ver cómo era y resultó ser un proceso muy interesante. Aprobé y me quedé.
¿Si tú querías estudiar Publicidad por qué tu madre te propone que te presentes a la prueba de acceso a Bellas Artes? Yo hacía dibujos publicitarios, también tipografía, todo relacionado con la publicidad que era lo que quería hacer. Era un momento en que se hacía todo a mano, cuando no había tantos medios informáticos. De ahí que mi madre me propusiera hacer la prueba de acceso.
Tocas diferentes palos dentro de tus proyectos. Como en artes aplicadas tenías que pasar por todas las fases. Eso es algo que queda muy marcado. Cuando llego a la universidad coincido con unos profesores que me incitan a la investigación, a profundizar en el germen de la idea, si la idea es más efectiva en un soporte u otro, trabájalo en ese medio. Antes cuando no tenía tantos medios a mi alcance como puedo tener ahora, era más complicado llegar a desarrollar una idea como yo quería. Ahora si tengo que aprender a hacer vaciado, pues lo hago. Si tengo que enfocar un proyecto hacia la fotografía me lanzo a ello, no soy esclava del soporte, me adapto a lo que el propio proyecto necesite.
Dentro de todas estas disciplinas que vas usando en función de los diferentes proyectos, ¿tienes alguna favorita o en la que te sientas más cómoda trabajando? Me gusta mucho la escultura. Me encanta. Pero la fotografía es muy divertida, llevo toda mi vida, desde que tengo uso de razón, viendo a mi madre hacer fotografías, además con un buen equipo. El contacto de mi madre con la fotografía viene de mi abuela. Ella tenía una casa de huéspedes y ahí pasaba mucha gente diferente, entre ellos un fotógrafo de Chipiona. Desde que mi madre es pequeña estaba haciendole fotos y esa pasión que le transmite ese fotógrafo a ella, ella nos la transmite a nosotros. Mi madre además nos trasmite toda la historia de su familia, porque quedó huérfana pronto, a través de la fotografía. Ese era su patrimonio, y a través de la fotografía nos contaba sus historias. A través de sus encuadres, del juego de sombras que hacía, la iluminación… Se me han quedado una serie de clichés que me parecen muy interesantes. Mi madre me ha transmitido todo eso de manera sutil.
Por lo que nos has contado ya, vemos que tu familia y en especial Doña Marisa tiene una influencia bastante importante. La familia tiene mucho peso, de hecho hace unos días he estado investigando sobre mi apellido. Era un enigma de dónde viene ese apellido tan poco usual. Resulta que venimos de Génova. Mi padre es el que me dice que firme como Gallera Bernal, en cambio mi hermana firma como Marisa GALLERO. Él es el que dice que nosotros somos como nuestra madre.
¿Has vivido en otras ciudades?Sí, he vivido en Jaén, en Cádiz, en Sevilla. Entiendo por vivir a partir de un año, el resto son escapadas. Voy y vengo, me siento ermitaña, como esos cangrejos que van con todas sus cosas a cuestas. Soy culo inquieto, para mi es vital, es una vía de escape que tengo. Me gusta el movimiento y estar en contacto con la gente, no importa la distancia, ya lo dijo McLuhan: somos una gran tribu que estamos unidos por el aire. También me pasa que no puedo estar sin el mar, me asfixio.
Vayamos a tus proyectos. Tú no paras. Parezco hiperactiva. A mi me gusta mucho compartir, odio a los egoístas, deberíamos aniquilarlos (risas). Me gusta compartir y cuando encuentro a gente con la que ese intercambio se da fácil, me lanzo a ello. Como me ha pasado tanto con el Liceo Francés dando clase a través de la fotografía, como con LAB.
Háblanos de Intrusøs, es un proyecto peculiar que evoluciona a lo largo del tiempo, que pasa por diferentes etapas y ciudades como París, Yaoundé (Camerún), Rota y ahora en Sevilla. Intrusos surge a raíz de una amistad. En 2011 viajo a París y me reúno con Fabiola Ayissi-Ecot, profesora e investigadora y amiga del periodo universitario. Nos ponemos al día después de cinco años. Ella es profesora del Liceo Fustel de Coulanges en Yaoundé (que forma parte del programa francés de cooperación cultural en el mundo) y yo trabajaba para la Fundación de Rota además de crear mis proyectos artísticos a nivel personal como VEREDA. Le pedí a Fabiola que me hiciera el texto para mi publicación y ella me pidió que le hiciera la portada para la suya “Oralité africaine et transmission”.
Es entonces cuando le propongo trabajar mis fotografías de Vereda con sus alumnos. El tema es la ciudad ya que ella siempre trabaja con este elemento. Así que trabajamos con la ciudad de Rota a través de mis fotografías. El modus operandi de un año para otro ha sido idéntico: construir una secuencia didáctica de tres o cuatro clases y cuyo objetivo final consistió en un encuentro por Skype entre los alumnos y yo.
Eso fue el primer año y gustó tanto que al año siguiente no solo es su clase, sino todas las clases de español del Liceo. Para este segundo año trabajamos con los alumnos sobre el tema de la Feria y así acercarlos un poco a la cultura andaluza.
Viendo el éxito propongo un certamen fotográfico a todos los liceos de África Central donde se va a trabajar con el concepto de “intrusos” y el arte contemporáneo. Nos propusimos ir más allá en la cooperación haciendo que los alumnos se integrasen en la próxima exposición que llevaba un año preparando para LAB. Así fue como se organizó el proyecto de intervención fotográfica Intrusøs, que se convirtió en una exposición itinerante y en un proyecto de innovación pedagógica. Aquí es donde empieza el vínculo con Alejandro Rojas. Él me propone exponer en LAB y empiezo a desarrollar la serie “Void”. Cuando surge el Proyecto de Cooperación Educativa e Intervención Urbana lo fusiono todo en el Proyecto de Intervención Fotográfica Intrusos siendo Alejandro coordinador del proyecto.
La exposición ha tenido lugar en varias ciudades, en Yaoundé, capital de Camerún, en el IFC (Centro cultural francés), en Rota en la Torre de la Merced y por último, este pasado octubre en Sevilla en LAB dentro de las Jornadas sobre Fotografía Contemporánea BLUR PHOTO. Además el Liceo Francés y el IFC me invitaron a una residencia de dos meses en Camerún para exponer mi obra y donde estuve impartiendo clases y unos talleres en ambas instituciones.
En ese tiempo que has estado en Camerún, ¿qué suponía el día a día? No se por qué pero me adapté muy rápido. Allí tenía mi bar donde me lo pasaba bomba con los amigos que hice allí. Es una realidad muy dura, es peligroso, hay unas normas que debes cumplir por tu seguridad pero fui feliz, me fui de allí llorando.
¿Por qué Intrusos? Todo surge de una de las fotos que yo hago. Pensando en este proyecto se me ocurre esa idea porque yo en Camerún iba a ser una intrusa. Todos somos intrusos en algún momento de nuestra vida. A mi me encanta el trabajo del artista Ai Wei Wei, él también lo es. Fui a la exposición que hubo en el CAAC de Sevilla, me llevé unos gatos de Playmobil que le había “cogido prestados” a mi sobrina (que mejor que un gato para saltarse las normas). Los usé como intrusos en la expo y les hice una foto. Como me gustó tanto el intrusismo que hice en la obra de este autor, seguí por ese camino.
Comencé a recopilar figuras, de segunda mano o heredadas, y les di una “segunda oportunidad” desarrollando un nuevo papel. Pongo en escena a esos personajes, a esas figuras, juego con el hecho de que puestas en contexto parecen reales y hay que fijarse bien para ver que son simples muñecos. Es como si mis figuras saliesen de sus propios soportes para ir explorando el mundo.
Luego he ido adaptando ese concepto, el de intruso. Yo fui intrusa en Camerún, los alumnos cameruneses se convirtieron en intrusos invitados cuando participaron en mi exposición y luego este verano en Rota, ha habido intrusismo hasta en la sopa.
¿Qué ha pasado este verano en Rota? Pues eso, que ha habido intrusismo hasta en la sopa. Organizamos unas jornadas de diseño, arte, fotografía. He invitado a todo el mundo. Considero que no tiene que haber barreras sino que todas las piezas somos importantes para el puzzle final. Me encanta eso de que el todo lo conforman las partes, considero que todos somos piezas.
He usado Intrusos como un decorado y para que viera la gente de Rota el potencial que hay tanto de diseño como fotográfico en Rota. Hubo un taller de impresiones literarias, he invitado a diferentes profesionales tanto consagrados como gente que está empezando, hemos trabajado con los alumnos de Castelart 10 que son niños en “Conoce Rota dibujando”, hemos hecho de todo.
Durante la entrevista ha salido varias veces el nombre de un proyecto tuyo, Vereda, dinos en qué consiste.
Vereda es una serie de fotografías que hago de mi entorno cotidiano. Muestra gente conocida, familiares, amigos, comerciantes… Una manera directa de someter la vida diaria a la prueba del proceso artístico
Está prevista una exposición individual para marzo en el Centro de Arte Contemporáneo DOUAL´ART en la ciudad de Douala, también en Camerún ya que encaja dentro de la ciudad y su contacto directo con el mar. Douala al igual que Rota está bañada por el Océano Atlántico.
Una vez pude leer por ahí que habías ganado algún premio.
Algunos, gané un premio de pintura en la Universidad de Cádiz, he sido seleccionada para varios premios en diferentes modalidades: grabado, escultura y pintura.
Pero luego por amor lo dejo todo, es que soy tonta. Me dicen vente conmigo y digo vale. Me trastocan. No tengo término medio, yo soy mil por mil, en todos los aspectos de la vida, si no, no merece la pena. Soy coherente y consecuente con mis actos, anarquista de hábitos cotidianos (risas). Los roteños somos anarquistas de hábitos cotidianos, somos una especie aparte, somos peculiares de cojones.
¿Esa peculiaridad “roteña” se refleja en tus proyectos, canalizas en ellos de alguna manera toda esa influencia? No tanto en mi obra sino en mi misma. Soy valiente en ese aspecto, me lanzo, quién dijo miedo.
Eres la Guardiana de la Costa. Eso me lo dijo Juanlu Carrasco. Él me considera una guardiana de la costa. Es verdad que yo tengo una relación muy especial con el mar. Nací en una casa que daba al mar, no nací en un hospital y siempre estaba en el muelle mientras los demás jugaban en la plaza. Allí estaba yo viendo los peces o tirándome al mar desde los bloques de cemento, siempre con los niños. He sido siempre un poco salvaje en ese aspecto. Me encantaba ir de excursión.
Es mi entorno, ya sea con la gente con la que me relaciono o ya sea con los lugares que a mi me trasmiten. De hecho la primera serie de fotos que hago es con el mar como tema. El mar es mi vía de escape, cuando necesito reponerme me voy al espigón (tiene bancos para sentarte jajaja) a que me de él viento, que me entre el levante, poniente o sur, me da igual, es como si me recargara, como si se llevara todo aquello que me pesa.
Por Alfonso Barragán // Fotos: Miguel Jiménez